Cuanto más te conoces más te cuidas; sabes lo que necesitas y lo que no, lo que te hace bien y lo que no; las actividades que te nutren y las que te desgastan. Y poco a poco, mediante el compromiso contigo y con la práctica del autocuidado (acompañada de la escritura, el movimiento, otras labores creativas y todo aquello que te ayuda a aumentar la consciencia corporal y la percepción y expresión de tus emociones) vas habitando tu tiempo y tus días de una forma mucho más amable y en sintonía contigo: con lo que eres, lo que sientes y necesitas. Aprendes a poner límites conscientes a tu tiempo y tu energía; estableces unos objetivos o propósitos y encuentras la forma de ir caminando hacia ellos.
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