El Arenero y Kucúa son dos ejemplos en la ciudad de Madrid que demuestran que es posible generar modelos de crianza de calidad, accesibles, autogestionados y que permiten la conciliación de todos los miembros de las familias participantes. El Arenero, tras ocho años de trayectoria, se consolida hoy en día como iniciativa de referencia en el estado. Kucúa, creada hace dos años, intenta sobreponerse en la actualidad a las dificultades impuestas por la situación que vivimos.
La Economía Social y Solidaria (ESS), entendida como filosofía de vida y movimiento cuya finalidad es la satisfacción de las necesidades educativas, económicas, culturales y sociales de sus miembros y de la comunidad logradas a través de la solidaridad y la democracia, debe posicionarse como demostración de que existen otras formas de consumir, de entender y ejercer el trabajo, de aprender, de relacionarse y, en definitiva, de vivir. En este sentido, la ESS debe ser también un agente activo en la construcción de un nuevo modelo de aprendizaje.
La Economía Social y Solidaria considera que los procesos de aprendizaje deben darse a través de la experiencia directa por parte del alumnado en un contexto cercano y reconocible, de tal forma que ello permita dar lugar a personas conscientes del entorno que habitan y preparadas para vivir en entornos de incertidumbre. El método de estudio -el cómo se estudia- y la materia de estudio -el qué se estudia- no pueden disociarse, sino que han de ir de la mano. ¿Cómo lograr esto en la actual realidad social? Enseñando de una manera cooperativa, a través de la puesta en valor de una nueva manera de aprender-enseñar y de un tipo de relaciones nuevas entre profesorado, alumnado y familias. Pero de nuevo, de nada vale enseñar cooperativamente si esto no va acompañado de un entendimiento de la realidad y de una puesta en práctica de dicha cooperación en el entorno cotidiano del alumnado.
Expandir la educación, en otras palabras, ampliar el espacio educativo al contexto comunitario en el que la escuela se enmarca, permite conectar la acción educativa con la realidad y paralelamente establecer los cimientos de una comunidad en la que más actores del entorno se vayan involucrando progresivamente. Esto es lo que proponen los proyectos de crianza compartida vinculados a la economía social y solidaria.