El objetivo es investigar sobre el envejecimiento en el campo de la discapacidad, dirigido a personas con discapacidad y profesionales del sector, para promocionar el fortalecimiento de un envejecimiento activo.

Partimos de la premisa de que es preciso incorporar enfoques innovadores para satisfacer las necesidades específicas de las personas con discapacidad que envejecen, haciendo posible que permanezcan viviendo en su entorno comunitario. Para ello, es imprescindible hacer una evaluación adecuada de las demandas individuales y un plan específico de actuación.

¿Qué ocurren con la discapacidad y el envejecimiento?

Por un lado, ocurre que el incremento en la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad han originado en países occidentales, como es el caso de España, un crecimiento del número de personas mayores que tiene como consecuencia el envejecimiento de la población. Esta noticia sería positiva si no se produjera la estigmatización social de la vejez, más si cabe cuando hablamos de situaciones de dependencia derivadas de la discapacidad.

La visión que hay sobre las personas que tienen más de 65 años y consideradas dentro de la Tercera Edad, es proteccionista y benevolente bajo un poder discrecional y arbitrario. De esta manera, el resultado es la percepción de la vejez como un problema. Sin embargo, el envejecimiento no es un problema en sí mismo, sino que se convierte en ello cuando topa con la realidad social y la respuesta política.

Y en esta línea, si a la vejez se le suma la condición de discapacidad, resulta que, a partir de los 65 años, gran parte de los recursos, ayudas y apoyos dirigidos a personas con discapacidad cambian automáticamente sin tener en cuenta sus particularidades y sus necesidades reales. No se tiene en cuenta la trayectoria vital y la esperanza de vida real. Es decir, al envejecer, una persona con discapacidad, queda disuelta en el grupo social de los “mayores” por un cambio en la franja de edad, olvidando sus característica específicas.

Además, el hecho se agrava al existir una relación evidente entre envejecimiento y discapacidad, que se extrae del análisis de cifras objetivas. “La tasa de prevalencia de la discapacidad a los 65-69 años es de 190 por cada 1000 personas, a los 80-84,  es de 475%; y entre los de más de 95 años, alcanza el 841%”, según datos del IMSERSO.

Soluciones: La “prevención” del envejecimiento

Para fomentar un envejecimiento activo, los sistemas sanitarios deben adoptar un enfoque dirigido al ciclo vital y no limitarse a actuar cuando se llega a una edad determinada.

Los programas de promoción de la salud y la prevención del envejecimiento son el mejor instrumento para mejorar la calidad de vida y además supone una medida de apoyo a personas cuidadoras y familiares.

Es por ello que COCEMFE considera importante abordar una línea estratégica enfocada en el envejecimiento activo, dirigido al movimiento asociativo de personas con discapacidad, y no limitarse a una mera intervención enfocada al ámbito sanitario, sino ampliarlo al campo psicosocial con estrategias de intervención sociales, grupales, formativas y de orientación comunitaria.

Metodología

Para llevar a cabo este estudio, primero realizaremos la revisión del marco teórico y definición del objeto de estudio; después, diseñaremos y distribuiremos una encuesta; llevaremos a cabo entrevistas a personas expertas; organizaremos grupos de disucusión atendiendo a una metodología triangular, formados por personas con discapacidad física y orgánica y otras de su entorno más próximo (teniendo en cuenta la feminización del envejecimiento); después, recopilaremos toda la información en un documento editado en versión online e impreso con toda la información analizada y estructurada, junto a las conclusiones.

https://tangente.coop/discapacidad-y-envejecimiento/